viernes, octubre 07, 2005

Que buscas en esta clase?

-¿Que buscas en esta clase?-
El chef M me interroga mientras se alacia la punta de su barba estilo gótica. Siento un hormigueo en mis manos y un leve escalofrió recorre la línea de mis orejas.
Yo pienso en el cobalto de tus ojos, en tus largas y rosadas manos, pienso en tus pies danzando por la cocina. Después huelo el dulce aroma de tu sudor, igual al pan recién horneado y mi corazón palpita de manera imprudente y las yemas de mis dedos evocan el roce accidental de tus dedos. Finalmente el domo de mi paladar junto con mi lengua, despiertan del letargo y un sabor a fino cacao me intoxica.
Y quiero decirle que te busco a ti, del techo de esta cocina esta goteando tu nombre y en las puertas y los cajones se guardan todos tus secretos. Y mis manos se hunden en la fresca masa de blancas formas, las escondo de las miradas indiscretas.
-Tengo cómo meta terminar mis estudios de arte culinario-
Mi voz balbuceo esa línea ridículamente académica y un dolor estomacal mas parecido a la ansiedad me invadió.
El se quito los anteojos de aro fino y me clavo el avellana de sus ojos por unos segundos.
-Aquí no hay espacios para el romanticismo-
Ladraba esa frase al tiempo que me arrebataba de las manos el kilo y medio de masa que venia trabajando con enorme dificultad. La arropo con sus dos manos y la trajo hacia si. La trabajo por unos minutos, hasta lograr esa consistencia uniforme que tiene el gluten desarrollado, por ultimo pincho un poco de la masa y la estiro contra la luz hasta que apareció una ventana por donde se filtraba la luz. Ese es el punto justo del amasado, punto que además, se me dificulta tanto.
Sin mirarme siquiera me indico:
-Quiero que hagas varios demis y los barnices con huevo, agua y harina. No te olvides de rosear el horno con agua para producir vapor, al cuarto para la hora gira las charolas y haz todo lo posible por que no se quemen-.
Todo me lo dijo sin verme y alejándose de mi estación.
-¿Demis?- replique.
El se detuvo. Conté tres segundos y me contesto:
-Demi baguettes-
Nunca he horneado pan francés contigo, tú tienes una fascinación desmedida por el pan italiano y he notado un brillo en tus ojos cuando hablas de los diferentes panes del mediterráneo.
Hace unos días te sorprendí con un paquete tibio y perfumado de pan dulce del barrio chino, unos hermosos bollos rellenos de una pasta dulce de coco y azúcar, con un toque de barniz.
Tú los olfateaste con los ojos cerrados y me regalaste una sonrisa que me acompaño por el resto de la noche.
Mas tarde me susurraste el oído que te los comerías por la noche mientras te des un baño de tina.
Yo te imagine sumergido en la tibia agua, descansando los pies y las delgadas piernas después de un día largo en la cocina, imagine tu cabello mojado y brillante bajo la luz de la lámpara, imagine tus hombros y tus brazos ser lamidos por miles de gotas, imagine tu hermosa espalda recostada y tus ojos cerrados, te imagine aletargado, suspendido en las aguas…y mis manos, mis torpes manos, mis rosadas manos por el calor, palpando, hurgando, reconociendo los pliegues amados, las callosidades con historia, las heridas de combate ante los hornos, mis manos un par de cachorros. Ellas te recorren lentamente, bajan por la parte central de tu espalda, se detienen en la cintura y reconocen el camino de tus ingles, por tu dentro pierna, tus muslos, hasta llegar a las rodillas, y de nuevo mis manos vuelven a subir y se tropiezan con El Todo que va creciendo en ti, y mis manos tiemblan y se demoran y tocan y rozan y finalmente acarician y reconocen una suavidad desconocida y El Todo crece entre mis manos y se deja arropar por ellas y retoza en mis manos y mis manos le hablan en el lenguaje de las caricias y el vapor se escapa del agua y tu sigues con los ojos cerrados y el bollo que sostenías hasta hace unos minutos termino escapando y rodo hasta parar en una esquina como testigo mudo.
-Creo que te dije que hicieras demis, no baguettes, están demasiado grandes y demasiado gruesas, tienes que estar concentrada en lo que haces-
La voz del chef M viene de la realidad, del lado izquierdo de mi oído, de un paso tras, a un costado, con firmeza, con descontento.
Mis manos frenan el ir y venir, se detienen en el punto medio de la estación y mis ojos reconocen, de nuevo la masa que esta entre ellas.
El, me pide recorrerme unos pasos de la mesa de preparación y retoma el amasado perfecto, con el rodillo francés forma un rectángulo redondo de un extremo. Finalmente y utilizando solo las yemas de sus dedos va enrollando la masa y al final remoja la punta de su índice y lo pasa por la orilla con la que sellara el demi baguette. Le da unos retoques a las puntas y mide lentamente al tacto el grosor uniforme de la pieza.
De la bolsa izquierda de la manga de su chaqueta sustrae la pequeña navaja y realiza los cortes diagonales que le permitirán a los vapores escapar durante el tiempo de hornear.
En movimientos que parecieran ensayados guarda la navaja, se limpia las manos con su toalla blanca, se acomoda los lentes, se gira hacia mí y me cuestiona.
-¿de nuevo te pregunto, que buscas en esta clase?-


Beatrix