viernes, enero 28, 2005

Con mariposas en la panza

Con mariposas en la panza. Así es como me sentía mientras corría como una loca por el estacionamiento de la escuela debido a mi retrazo. Al abrir la puerta el chef F me dio la bienvenida y me ofreció la mano.
-Perdón se me hizo tarde, creí que no alcanzaría a llegar, otro semestre no podría-…
Shishhh, me cayo de manera suave, -ya estas aquí-
Sin embargo insistí; -si pero es que el semestre pasad-…
Me vuelve a interrumpir y me dice:
-El semestre pasado ya paso, ahora estas aquí, así que bienvenida-
Azules. Tiene los ojos azules y el rostro delgado, habla muy despacio, si su voz fuera un postre el seria un mousses de moras blancas y licor.
Ni él mismo entiende la popularidad de su clase, le sorprende tener un salón abarrotado y tener que disculparse con todas las personas que no pudieron quedarse este semestre.
Se olvida de la brillante carrera y el esplendido currículo, de los restaurantes en los que ha trabajado y que le han ganado fama internacional.
Justo como lo describí hace unos meses, el es un chef joven y tiene la pinta de todo menos de ser un chef de repostería.
Me concentro en observarlo, mido sus palabras y sigo de cerca el movimiento tímido de sus ojos, hace una pausa y se pierde en el recuerdo de algo, cuando vuelve a tiempo y espacio se afana en hablarnos de su profundo deseo de enseñarnos el arte de la repostería fina.
-Elaboraremos pequeños bocadillos, no esperen de mi panecillos ni pasteles; salsas y mousses, trabajo delicado de azúcar, eso es lo que aquí vamos hacer-.
Al final de la mesa siete un grupo de jovencitas se cuchichean mientras miran de reojo al maestro, él lo nota y apenado se refugia en la pizarra blanca, mira su reloj y nos dice que podemos retirarnos que nos espera la semana que entra con el uniforme limpio, el pelo recogido y usando el gorro. Un gran barullo se forma mientras todos toman sus cosas y se machan, de un grupo de estudiantes asoma su cabeza y en tono firme nos amenaza.
-No quiero a nadie usando perfume ni loción en mi clase, es burdo e inconsiderado, pero sobre todo estropea los sentidos-.
Tomo con lentitud mis cosas, en realidad estoy ganando tiempo para acercarme a él y poder despedirme, me aproximo de manera lenta y casi imperceptible con pies de gato, me coloco a su lado y le clavo la mirada en el cuello, espero.
-Cinco segundos, te tomo cinco segundo embriagarte del anís de mi perfume, volteaste como si supieras de toda la vida que estaba allí aguardándote, y con una sonrisa me dijiste:
-Nos vemos la semana que entra-
Yo te extendí la mano derecha y te estreche la mano el tiempo necesario para dejarte el aroma de mi perfume en ella.
Después de todo esta será mi única oportunidad de estropearte los sentidos...

Beatrix


viernes, enero 21, 2005

Dime si es cierto que los gusanos saben a mantequilla

Pensé, me convencí y también creí que ya no te añoraba. Que despertar a tú lado era cosa del pasado, que lo mismo me daba pensar en ti que perderte en algún recoveco de mi memoria. Y sin embargo esta mañana te sentí allí, junto a mí. Nunca tuve tiempo de decirte que mis sueños eran del tamaño justo de tus manos. Ahora ya es tarde, deambulo por nuestra casa arrastrando mis pasos, me descubro sentada en tú silla, calzando tus sandalias, bebiendo de tú taza.
Sin que tú ni nadie lo sepa he vuelto a fumar, lo hago por las noches, espantando a los pensamientos nocturnos, me refugio en el humo del cigarrillo con la misma firmeza que me ceñía en un tiempo a tus piernas.
Ahora que han transcurrido los días de la pesadilla quiero confesarte mi rabia, mi coraje y mis blasfemias, al diablo con todo.
Les prenderé fuego los poemas cortos que tanto te gustaban, gritare las canciones francesas que cantabas en la ducha. Y caminare semidesnuda por la casa sintiendo el roce de tú camisa en mis pezones despiertos.
He llegado a la cocina y te siento omnipresente en el cajón de la especies y junto a la mesa, en la ventana aun lado de la nevera. Camino golpeada, amartillada por el dolor, acaricio la madera, siento su piel ¿o es tú piel? Le echo mi cuerpo encima, me dejo abrazar por los espacios cóncavos que el filo de un cuchillo dejo, y te siento de nuevo, en mí, dentro, recién parido del lecho de la muerte.
-¿Dime si es cierto que los gusanos saben a mantequilla?-
-Descríbeme el olor putrefacto de tus gloriosas ingles-
-¿Quien devoro el brillo de tus ojos?-
Ahora amanece, siempre es más fácil con la luz del día. Son las terribles noches, las interminables noches a las que les temo. Cuando el olor de la vainilla ronda mi cama y me recuerda que no estas mas aquí.
Pero como te dije, amanece y el canto de los gallos anuncia las primeras horas de una nueva epifanía.

Beatrix







viernes, enero 14, 2005

El secreto mejor guardado

Miércoles lluvioso, el ring del teléfono me despertó del hipnótico poder que ejerce la lluvia sobre mí. El secreto mejor guardado se localiza entre el barrio somalí y el sudanés, tienen doce años elaborando el mejor pan dulce de la región.
-¿Quieres ir?-
Dunia y yo seguíamos el llamado, estábamos a solo escasa horas del Día de Reyes, la tradicional celebración que festeja la visita de los tres reyes magos al niño Jesús.
Así que teníamos una buena excusa para salir en medio de la lluvia y el frío para poder probar el afamado pan.
Efectivamente, en el punto medio donde se encuentran los dos barrios, se levanta, en una esquina esta tradicional panadería, un rincón de Michoacán endulza el ambiente entre estos dos conflictivos barrios.
Era ya tarde, así que teníamos una hora para disfrutar del interior.
-Las buenas panaderías mexicanas, escúchame bien Dunia no se preocuparan por los exteriores, es dentro, donde uno puede observar y deleitarse con la belleza artesanal de esta tradición culinaria-
Me baje del carro no sin antes prometerle que regresaría con algo para ella. Al abrir la puerta fui bienvenida por la dueña, me animo a admirar las delicias.
Charolas de conchitas de vainilla, fresa y chocolate, piedras, cochinitos, espejos, chilindrinas, velos de novia, picones, ojos de buey, bizcochos, bollitos, empanadas, elotitos, negritos, bolillos y teleras. Al lado de la caja registradora una vitrina mas con banderillas, turrones, mantecadas, rebanadas, trompadas y las tradicionales Roscas de Reyes.
¿Que llevar? Por lo menos una pieza de cada cosa, es una locura es demasiado pan. Doña Ely me ve titubear y me dice:
-El que se lleve le va gustar, mis panaderos trabajan en los hornos a partir de la medianoche y en nuestro pan dulce solo va encontrar la receta original. Amor-.
Amor, fue lo que Dunia y yo probamos al darle una mordida a ese inmemorable pedazo de pan. Amor, fue la materia prima que utilizo ese panadero para amasar, moldear y hornear cada una de esas piezas.
Con los vidrios empañados de vaho Dunia y yo nos deleitamos sin control resguardándonos de la lluvia y el viento.
Vuelve a sonar el teléfono:
-¿que te pareció?-
-Me encanto, le respondo-
-Como comprenderás entre tú y yo ya no puede haber secretos-
Sonrío nerviosa y cuelgo no sin antes responderle:
-Y no los habrá-


Beatrix