viernes, diciembre 31, 2004

A tú salud

Dentro de unas horas estaré comiendo las doce uvas. Esta añeja tradición, nunca ha sido benévola conmigo, o más bien nunca he sabido escoger con quién comer las primeras uvas.
Un manojo de hermosas uvas provenientes del Valle de Guadalupe fue el recuerdo más dulce de aquella despedida.
Tuviste el detalle de mojar las uvas en vino joven para después cubrirlas con azúcar.
-Uvas cristalizadas-
Les llamaste, y rompimos la tradición comiendo más de doce, la última uva que quedaba en el plato la dividiste por la mitad y no la llevamos a la boca con la misma solemnidad que se lleva una eucaristía.
En las primeras horas de un año recién parido, tú la sangre que recorre mis venas, tú el aire que respiro, tú eclipse de luna, me dejabas un adiós en los labios con sabor a barrica de robusto roble.
Ahora será el Valle de Napa de donde vengan las uvas sin cristalizar con las que saludare al joven año, brindare en voz alta por el futuro, en silencio; en medio de la euforia colectiva, de los abrazos y los besos, de los cientos de buenos deseos, de las chispeantes burbujas derramándose en las copas, brindare por el pasado que gesto con dulzura cristalizada mi presente, así que está, es a tú salud.

Beatrix

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