viernes, septiembre 24, 2004

Trufas

9/24/2004


En un principio pensé que me quedaría vestida y alborotada este semestre sin la posibilidad de ir a la escuela, y con ello sin la oportunidad de avanzar en mis estudios y poner en práctica algo de lo que he aprendido, pero estaba equivocada. Recibí una llamada telefónica: era un hombre, que me preguntaba. ¿Haces trufas de chocolate? Lo cual conteste, si. -El replico- ¿con sabor a madera? Después de un breve silencio le respondí. -Las hago todo el tiempo-.
Mi cliente resulto ser ebanista, trabaja la madera, y me corrige –las maderas preciosas- a los pocos días me cito en su taller, quería ampliar mas el tema de las trufas de madera, así que acudí a la cita para hablar del asunto. -Acabo de iniciarme en esto, me harte de la vida dentro de las cuatro paredes de una oficina, del traje, las corbatas, y las tediosas juntas, en fin de la vida miserable dentro de una corporación. Así que decidí que era tiempo que me dedicara a mi pasatiempo preferido, la madera. Ahora elaboro puertas, puertas grandiosas, puertas de distintas épocas utilizando varios tipos de maderas preciosas. Cuando alguien me ordena una puerta, lo primero que hago es ir a su casa, estudio el periodo de la casa y su arquitectura. Una vez que estilo y diseño esta acordado voy en busca de la materia prima. Cada puerta es única, no hay dos hojas de madera iguales, siempre algo las distingue y yo voy siempre en busca de ese algo que sobresale de las demás. Después ya en mi taller, al contacto con las herramientas se inicia el proceso de la creación, pero es justo allí, en el encuentro con la maquinaria que descubrí el sabor de las distintas maderas. Pensé que seria un buen detalle regalarle a mis clientes una trufa de chocolate con el sabor a su puerta-.
El sostuvo la sonrisa por varios segundos, e inmediatamente me comento; -mi esposa también piensa que es una tontería- guardamos silencio los dos por unos segundos más, ¿en que me había metido? ¿Como se me vino a ocurrir que podía reproducir el sabor de la madera? Y fue entonces que la vi recargada contra la pared, era de un ámbar oscuro, la luz del sol le pegaba de manera directa y formaba destellos tornasoles, iguales a la espuma del chocolate batido a mano. – ¿a que sabe el nogal? Le dije sin mirarlo. -El nogal sabe a chocolate negro y frambuesa. Al principio cuando la cuchilla da los primeros cortes, solo percibes el chocolate, pero después de unos segundos te llega la fragancia de las frambuesas-. Caminó rumbo a su mesa de trabajo, de entre los recortes agarro un trozo virgen, me hizo un gesto con la mano para que me acercara, tomo mis manos y me hizo agarrar con firmeza el pedazo de madera, mientras él encendía la maquina, se coloco justo detrás de mi, podía sentir el calor de su cuerpo y el olor de un sudor temprano, cubrió con sus manos las mías y guió el cacho de madera por la cuchilla. Cuando tuve medio cuerpo metido en la mesa de trabajo y aun no terminaba el corte un golpe de chocolate amargo me llego a la garganta y una fragancia a frambuesa acompaño los últimos centímetros de madera, era un saborcillo de robusto cuerpo y deliciosa acidez. La cuchilla siguió girando no se por cuanto tiempo. Después vino un silencio que rompí al preguntarle ¿y cuantas trufas de nogal quieres? El me regalo una sonrisa de complicidad. Lo seguí mientras me explicaba. -Para empezar una docena de nogal, pero también quiero ordenarte unas trufas de cedro español estoy seguro que distinguirás de inmediato el limón y la canela que lo distingue-.
Caminamos juntos sin decir nada mas, al llegar a mi carro se detuvo para sacudir rastros de aserrín en mi falda, me pregunto si volvería en unos días para probar un poco de roble, le dije que si, aunque de sobra se que el roble al igual que él saben a vainilla.


Beatrix

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De sobra se sabe que por acá seguirán surcando estas recetas cachondas.

- Marvin

Anónimo dijo...

hola, soy chef de mexico.. deberias poner recetas o hablar del arte culinario mas a fondo.. si es interesante, saludos